jueves, 16 de agosto de 2007

La ventana hacia ti


Cuando ya no quedaba mas espacio para que el humo ocupase, me levante hacia la ventana, corrí la cortina, y justo en el momento que me dispuse abrir el vidrio… te vi.
Era imposible, pero te vi, esta vez no eras tu pero te reconocí, tu olor no era el mismo, pero tu perfume entro en mi, tu piel había cambiado, pero mis manos pudieron sentir el roce de las tuyas, tus ojos ya no eran como antes, pero cuando levantaste la vista tu mirada me congelo tal cual la primera vez que te vi a mi lado y tus ojos con pena una vez mas me miraron.

Trate de cerrar la ventana y esconderme tras las cortinas como tantas veces ya lo había hecho ante tu presencia, pero esta vez fue distinto, no podía moverme, no podía respirar, no podía dejar de pensar.
Fije mi mirada en ti buscando que desaparecieras pero estabas ahí sin moverte, sin dejar de mirarme, sin bajar tu mirada como buscando en mi la respuesta que tantas veces te has de haber preguntado y que nunca te he respondido.

El sol brillaba sobre ti haciendo que tu pelo reluciera, y sin previo aviso te pusiste de pie y caminaste por los tejados aledaños a mi ventana sin dejar de mirarme como cual cazador esperando el momento oportuno para lanzarse sobre la presa. En un segundo te engrifaste, me miraste y desapareciste entre murallas y calles.
Pero ya era demasiado tarde ya había recordado y no se muy bien cuanto tiempo estuve ahí parado solo recordando momentos, imágenes que se presentaban en mi cabeza como sinopsis de una película que ya había visto un sin fin de veces, arco iris, plazas, músicas, escondites, besos, caricias, olores, abrazos y lagrimas. Si solo en ese momento las lágrimas llegaron a mí, nublaron el horizonte por el cual te había visto, abrieron brecha en mi cara y cayeron del tercer piso.

Caí en la cama y el humo se arrancaba por la ventana tal cual me hubiese gustado a mi hacerlo, a mi lado yacía el cenicero ya volcado en el suelo dejando escapar las 16 colillas que vivían en el dejando un cerro de ceniza que fue a juntarse con la sal de mis ojos.

Me pare, deje de llorar como niño, y me dispuse a sufrir como adulto… En silencio absoluto, cerrando la ventana de los recuerdos dejando que el tiempo decida que hacer con ellos, si albergarlos por siempre o revivirlos cada vez que te viera.
Camine esa noche, y se puso a llover, llovió como pocas veces se ve, y fue ahí cuando me alegre, pues la lluvia era salada, y pensé… Tal vez y solo tal vez hay alguien más triste que yo en este momento, y me dije.


- Solo espero que no seas tú.

El Castillo de Santiago


Con ojos brillantes a la luz del Sol me miraste diciendo…

-Mira un castillo
-Un Castillo en pleno Santiago?... - Respondí

Como había de saber que la inocencia se pierde con el paso del tiempo, que la infancia no pasa hasta que uno permite que se valla, que la ilusión se mantiene viva el tiempo que dura la esperanza, que los amigos imaginarios solo se marchan cuando uno empieza a creer en las palabras de los adultos, como iba a saber que el Viejo Pascuero solo pasa una vez al año y solo si te portas bien. Como iba a saber.

Después de un segundo me di cuenta que ya me había convertido en ese tipo de personas, que en algún momento de mi vida odie y hasta me prometí que jamás seria una de ellas.

Me di cuenta de todo lo que había vivido, de todo lo que había amado, lo que había perdido y peor aun de todas las cosas que jamás había valorado. Me di cuenta entonces que YO ya era de esas personas que solo ven sombreros, sombreros y nada mas que sombreros, me di cuenta que ya no tenia tiempo para detenerme a ver esa gigante anaconda que se había devorado a ese elefante.

Cerré los ojos por un instante y mire frente a mi se elevaba una iglesia, en pleno Santiago, con paredes corroídas y despintadas, con aspecto frió y desolado, con su reja cerrada al paso de los días gloriosos que su interior ha de haber albergado.
Solo ahí me di cuenta que aun me mirabas, buscando en mi la explicación que te debía, sin saber que era yo, quien había encontrado la respuesta en ti.

- Si hija… el mas hermoso de los castillos…


Tome tu mano y seguimos caminando, pero ahora eras tu quien me guiaba por tu ciudad.